Sorprendentemente aquí me hallo aún. Rodeado de bichos, en un pozo. Llevo varios días aquí y ya no me da asco tanto bicho y tanta humedad, creo que me estoy acostumbrando a lo que va a ser mi lecho de muerte. Un frío y oscuro pozo, que está en desuso, en el que más que agua, hay humedad, barro, basura, y muchos insectos.
Me he roto una pierna al caer de tanta altura, pero no me he dado ningún golpe en la cabeza, y la pierna, si no la muevo, no me duele demasiado ya. Tampoco tengo mucha energía para moverme ya. Alimentarme de nada y beber agua a base de lamer las húmedas piedras que me rodean me ha dejado sin muchas fuerzas. Estoy demasiado débil. No quiero alimentarme de esos bichos asquerosos que recorren mi pierna hinchada y morada, aunque alguna lombriz si que me he comido, no veo muchas. Escarabajos y otros insectos me niego a comer. Creo que al final me comerán ellos a mi.
¡El pozo debería estar vallado! El agujero está al mismo nivel que el suelo y es como una trampa. No lo ví, simplemente iba andando y caí. Tampoco me creo que no pase nadie por aquí cerca, no estoy muy lejos del pueblo, por aquí pasa gente, la oigo. Oigo a gente caminar y hablar. Hablan de anécdotas suyas y de sus allegados, lo bien que lo pasaron el día anterior, aquel viaje que hicieron… Parecen felices, pero ignoran el pozo que tienen al lado en el que me estoy muriendo. Entiendo perfectamente sus palabras, para lo profundo que es este pozo, pero ellos no escuchaban mis gritos. Pienso que esas conversaciones y esos pasos son alucinaciones. Debe ser porque estoy enfermando, estoy seguro de que tengo fiebre. En los 6 o 7 días que llevo aquí no ha pasado nadie por la superficie, y me he cansado de pedir auxilio. Aunque ya no tengo fuerzas ni para gritar. Esta humedad se me ha metido hasta los huesos y no se si duraré mucho más aquí.