Archivo de la categoría: Relatos

El pozo

Sorprendentemente aquí me hallo aún. Rodeado de bichos, en un pozo. Llevo varios días aquí y ya no me da asco tanto bicho y tanta humedad, creo que me estoy acostumbrando a lo que va a ser mi lecho de muerte. Un frío y oscuro pozo, que está en desuso, en el que más que agua, hay humedad, barro, basura, y muchos insectos.

Me he roto una pierna al caer de tanta altura, pero no me he dado ningún golpe en la cabeza, y la pierna, si no la muevo, no me duele demasiado ya. Tampoco tengo mucha energía para moverme ya. Alimentarme de nada y beber agua a base de lamer las húmedas piedras que me rodean me ha dejado sin muchas fuerzas.  Estoy demasiado débil. No quiero alimentarme de esos bichos asquerosos que recorren mi pierna hinchada y morada, aunque alguna lombriz si que me he comido, no veo muchas. Escarabajos y otros insectos me niego a comer. Creo que al final me comerán ellos a mi.

¡El pozo debería estar vallado! El agujero está al mismo nivel que el suelo y es como una trampa. No lo ví, simplemente iba andando y caí. Tampoco me creo que no pase nadie por aquí cerca, no estoy muy lejos del pueblo, por aquí pasa gente, la oigo. Oigo a gente caminar y hablar. Hablan de anécdotas suyas y de sus allegados, lo bien que lo pasaron el día anterior, aquel viaje que hicieron… Parecen felices, pero ignoran el pozo que tienen al lado en el que me estoy muriendo. Entiendo perfectamente sus palabras, para lo profundo que es este pozo, pero ellos no escuchaban mis gritos. Pienso que esas conversaciones y esos pasos son alucinaciones. Debe ser porque estoy enfermando, estoy seguro de que tengo fiebre. En los 6 o 7 días que llevo aquí no ha pasado nadie por la superficie, y me he cansado de pedir auxilio. Aunque ya no tengo fuerzas ni para gritar. Esta humedad se me ha metido hasta los huesos y no se si duraré mucho más aquí.

Príncipes y princesas

Cintia vuelve a casa. Ha pasado la mañana y parte de la noche en casa de otro hombre. Otro error. Su vida está llena de errores. La búsqueda del hombre perfecto se está haciendo imposible. Cuanto más busca, menos encuentra. Lo que sí encuentra son placebos, hombres que sin ser el príncipe azul, la hacen sentir una sucia princesa. Eso le gusta. Hasta que el momento termina y ve que otro error ha pasado por sus labios. Infinidad de errores han pasado por esos labios, y cuantos más, más le gusta. El príncipe azul parece no existir, y cuantos más errores despacha, más real se hace la idea de que encontrar a ese hombre es irreal. Quizá no haya príncipe para esta princesa. Puede que ese hombre no alterne donde esos Gastones. Seguramente no busque en el lugar correspondiente, o simplemente ese príncipe no quiere que Cintia le encuentre, que más que una princesa, es una ramera de Gastones.

Se acabó la partida

Eran las 9 de la noche en aquel bar o como lo llamaban allí, saloon, en ese joven pueblo de Arizona. Las casas apenas llevaban 15 años construidas, más o menos el mismo tiempo que hacía que había terminado la guerra. La mayoría de habitantes eran granjeros y mineros que al fin de la guerra y la adhesión del territorio a la Unión, fueron al oeste en busca de trabajo en la mina y explotación ganadera.

El viejo Frémont, ahí estaba, sentado en una mesa junto a otros 3 mineros jugando a un juego parecido al póker actual. Lo aprendió en su juventud, cuando vivía en Nueva Orleans, antes de emigrar al oeste, y ahora era el juego de moda en muchas zonas del país, sobre todo en el sur.

Estaban borrachos. La verdad es que Frémont era alcohólico. Tenía demasiada edad para trabajar en la mina, y había amasado la riqueza suficiente con el oro durante el tiempo en la mina para disfrutar de una suficiente “jubilación”, pero desde hacía un año se pasaba las noches hasta tarde en el saloon, bien jugando a las cartas, bien con la compañía de alguna de las prostitutas que vivían en el piso de arriba, o borracho hasta caerse. Su mujer  se quedó en Nueva Orleans, y Frémont ya no la echaba de menos, también porque sabía con seguridad que ella le era infiel a él también.

–  ¿Cómo que cuatro jotas? –dijo Frémont con esa voz ronca de garganta seca por años fumando y quemada por el alcohol.
–  Pues eso, cuatro jotas.
–  Yo antes me he descartado de una jota, ¡No puedes tener cuatro jotas!
–  Yo no hago trampas Frémont
–  Te digo que me he descartado de una jota ¡No puede haber cinco jotas en la baraja!
–  Pues eso digo yo, ¡no puedes haberte descartado de una jota, cuando solo hay cuatro en la baraja!
–  ¡Bueno haya paz! – dijo un tercer jugador
–  ¡Ha hecho trampa! ¡No puede tener 4 jotas!
–  ¡Estás borracho! – dijo el que había ganado la mano.- ¡No soy un tramposo, viejo borracho! Si el viejo este está tan borracho que no sabe ni las cartas que juega que no juegue, me niego a seguir así.
–  ¿Quieres mi dinero eh? – Dijo Frémont. Por un momento dudó si liarse a hostias, o dejarlo pasar, al fin y al cabo, estaba borracho, y tampoco estaba muy seguro ya de si era una jota lo que había tirado, o una K o una Q. Decidió no armar bronca– ¡¡Tómaloo!! Y no vuelvas a jugar a esta mesa.

El hombre cogió el dinero que había jugado y se fue de la mesa. Había hecho trampa y salió bien la jugada. Frémont y los otros 2 allí permanecieron, pero no continuaron la partida. Siguieron bebiendo.

Frémont, estaba cabreado. No podía quitarse de la cabeza que el tio que había en la barra metiendo mano a una de sus prostitutas preferidas, se la fuera a joder con su dinero. Los otros dos de la mesa hablaban con Frémont, pero él no les escuchaba. Miraba fijamente al tramposo. Se terminó el vaso. Se levantó y sin apartar la mirada del tramposo se acercó a él mientras sacó su revólver. Apuntó a su cabeza y disparó, sin apenas dar tiempo a asimilar al otro que tenía una pistola en su frente.

Se acabó la partida.

Vienen por el ascensor

Mierda.

Ya les he dejado atrás, creo que no saben en que piso me he metido. No deben saber donde vivo, aunque hay algún conocido entre ellos que si lo sabe, en el estado en el que está no debe ser consciente de ello, aunque no lo se, no se como piensa un zombie.

Estoy acojonado, nunca pensé que esto pasaría. Esto eran cosas de los juegos y de las peliculas joder. Un virus maligno, es contraido por el ser humano y se convierte en un zombie comecerebros… ¿esto es de coña o que? Espero que mis partidas al Resident Evil y al Silent Hll sirvan para algo ahora, He tenido que salir corriendo del trabajo y me he encontrado con la calle llena de zombies comiendose a otra gente. Era horroroso, apocaliptico, me he quedado un poco sin saber que hacer, mirando la situación con cara de bobo hasta que 4 o 5 han ido a por mi. He echado a correr y he corrido como hacia mucho tiempo. Debí hacer caso a la médica y haber empezado a hacer deporte porque entre el cansancio y el acojone, estoy que me va a salir el corazón por la boca de un momento a otro. He conseguido llegar a casa, aunque no por el camino mas corto, por ir evitándoles, pero han roto los cristales de la puerta del portal, y han entrado. Al final eran unos 15 o 20. Se oye el ascensor. Está subiendo, y están dando al timbre. De hecho se oyen los 2 timbres de los 2 ascensores. Espero que sea porque se han quedado colgados

Mierda.

No se han quedado colgados, están en el rellano. Y ahora dan golpes en la puerta de mi casa.

¡Joder!.

¿Que hago? Van a tirarla abajo y no tengo escapatoria y no, no me voy a tirar por la ventana. Bueno, voy a coger la motosierra que guardo de cuando trabajé de leñador (las camisas aún me las pongo) y que sea lo que dios quiera. No se por qué razón aun tiene gasolina pero menos mal. ¡Motosierra arrancada! ¡Biennn! Oh oh… han tirado la puerta…Ya están aquí…

La visión (5ª parte y final)

 

The Final View – Nujabes
http://tinysong.com/fsn5

Estoy en la calle. Solo. No hay nadie. Los comercios aún no están abiertos. Son las 9 y media y abren a las 10, pero, ¿quién va a abrirles? No hay nadie en la calle, y Lobo veloz ya me ha dicho que no hay nadie, que estoy solo, ¿quién coño va a venir a abrir esa tienda de moda que hay en frente de mis narices? ¿quien va a abrir la vieja sombrerería que hay allí en la esquina? No se que se supone que tengo que hacer ahora. Supongo que pasear, y disfrutar de la tranquilidad de la ciudad vacía, hasta que se me ocurra algo…

No te puedo ayudar con eso” Que cabrón, los indios siempre están igual, con sus mensajes ocultos y sus dilemas, y acertijos sin solución, bueno, no es que tenga yo mucha experiencia con indios, hablo desde el conocimiento que me ha dado el cine y la televisión acerca de ellos. Mucha gente sabe lo mismo que yo acerca de los indios por culpa de la tele. Por ejemplo el capítulo ese de Padre de familia donde Peter, para recuperar su coche en el casino de los indios, que tiene que ir en busca de una visión para demostrar que es indio… ¿Tendré que hacer yo algo así?

No lo se, estoy bastante perdido, y esta vez no puedo pedir ayuda a nadie. Esto no es real. Nada de lo que estoy viendo es real. Esta realidad la he creado yo. ¿que diferencias hay entre este mundo y el mundo real? Es exactamente igual, solo que sin gente. No puedo creer que no haya nadie. ¿Acaso en el mundo que he creado, en mi mundo, no existe nadie más? Está claro que en mi mente solo estoy yo, hasta el momento nadie ha conseguido entrar en ella, quizá sea este el porqué no hay nadie aquí.

Mira esa tienda de chucherías. Hay un montón de chucherías diferentes, en cantidades industriales, y no hay niños que las puedan comer, normalmente esa tienda estaría llena de madres comprando gominolas y caramelos para sus hijos, y pipas para ellas, y ahora no tienen ningún valor esas chuches. Anda, la puerta está abierta. Solo he tenido que empujarla para poder entrar, supongo que se la dejarían anoche abierta, o la abrirían antes de tiempo hoy por alguna razón…aunque realmente no importa mucho cual haya sido el motivo, es mas, creo que no pasa nada porque coja alguna gominola, ya que estoy aquí…¿quién se va a quejar? Sigo estando solo y parece que esto no cambia. También cogeré unos pistachos para el paseo.

Nunca había escuchado tan detenidamente el crujir de los pistachos al abrirlos y tirar la cáscara al suelo. La verdad es que es el único sonido que hay ahora mismo. Ese y mis pasos. Ni siquiera hay pájaros. No hay forma de vida a la vista.

Me estoy cansando de la soledad de mi mente y no llevo ni 1 hora deambulando. Debería haber abierto mi mente a la gente, compartir más mis pensamientos, dejar entrar a la gente en mi cabeza (en sentido metafórico evidentemente), creo que si lo hubiera hecho más antes, ahora habría alguien conocido con quien charlar, al menos, que no fuera un indio con cara de mala ostia. Pero no hay nadie, y se me han acabado los pistachos. Y he dejado bastante atrás la única tienda abierta.

¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARRGGHHHH!!!!!!!

Grito con todas mis fuerzas, porque puedo, no hay nadie. Esta libertad no la he disfrutado aquí nunca. Siempre hay gente, si no es durmiendo, es en la calle, y no es plan. Y me aburro. Voy a cerrar los ojos y voy a correr hacia adelante gritando con todas mis fuerzas. La calle es ancha y no hay peligro. No hay nadie, puedo hacerlo y nadie me verá ni me oirá. Y si me doy una ostia, pues tampoco nadie la verá, ni me podrán ayudar, pero me da igual, no tengo miedo, ya he pensado demasiado por hoy.

¡¡¡YAHAAAAAAAAAAAAAAAAHHAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!

– ¡Oye chaval! ¿Estás bien? – oigo una voz de un hombre pero no veo nada, creo que no he abierto los ojos, y si lo he hecho no veo nada.
– Parece que respira – otra voz diferente. Es una mujer.
– ¡Despierta! ¿Puedes oírme? – es la misma voz del principio. Quiero responderle pero no puedo hablar por alguna razón, y no le veo. Espera, empiezo a ver un poco borroso. ¡Si! Ya veo mejor, estoy tumbado unos metros más adelante de donde empecé a correr, supongo que me di una ostia, porque no lo recuerdo. Quien me habla es un hombre. Tiene el pelo como el indio, y aparenta la misma edad. Se parece, pero no es. Hay más gente alrededor mirándome con preocupación.

– Si, estoy bien.
– Chico, ¿que hacías corriendo con los ojos cerrados? Menudo golpe te has pegado contra esa pared.

Joder, ¿pero no estaba solo? ¿En que momento he vuelto al mundo real? ¿Y ahora que escusa les doy para no parecer un loco? Bueno da igual, supongo que lo estoy, y lo importante es que ya estoy aquí. Y espero que no vuelvan a pasar cosas raras.

– No lo sé…¿me ayudáis a levantarme?

Gracias a la ayuda del hombre me levanto.

– Bueno, no se que ha pasado – digo – pero me tengo que ir a trabajar. Gracias por su ayuda. Ya lo he entendido.

Me voy de allí. Hay gente por la calle, todo vuelve a ser normal. La gente me mira un poco raro, como si yo no le diera importancia al hecho de estampanarme contra la pared dando gritos. Para mí era algo normal, que podía hacer porque quería hacerlo y yo se que no estoy loco. Y si lo estoy, ¿quien no lo está?¿quien define lo que es la locura y lo que no?

La visión (4ª parte)

-Tu no eres de este mundo – me dice.

Yo me quedo un poco atontonado(1). La verdad es que después de todo lo que me ha pasado hasta ahora, (el hecho de que no haya nadie por ahí, y la presencia del tipo este en mi lugar de trabajo), el escepticismo que siempre he tenido, empieza a desquebrajarse como un castillo de naipes, y empiezo a dudar si este extraño viejo indio, tiene razón. Por la forma de mirarme, parece que habla en serio, o por lo menos serio está.

– ¿como que no soy de este mundo? ¿a que te refieres? – le digo
– No deberías estar aquí. Lo que te parece real, no lo es, y la realidad, no la percibes. ¿No te das cuenta de que estás solo?¿Acaso has visto a alguien por ahí?

No digo nada. No entiendo nada.

– Si no vuelves al mundo al que perteneces, estarás solo siempre, aquí, en este mundo.
– ¿y… – intento preguntarle, sin saber muy bien que debería preguntar. – …cómo he llegado a parar aquí? ¿qué es este mundo?
– Es un mundo creado por tu mente, el mismo mundo del que procedes recreado exactamente, en el que crees pertenecer, en el que crees encajar, pero como ves, no hay nadie. Estas tu sólo.
– ¿el donut de chocolate también le ha creado mi mente?
– Si
– ¿y por qué no quedaba jamón en la cocina del bar de antes? – Coño, si es mi mundo y yo le creo, yo quiero jamón.
– He dicho que lo has recreado exactamente. Si en tu mundo no había jamón ahí, aquí tampoco.

Creo que empiezo a entender algo.

– ¿Y tu? – le digo.
– ¿Yo que?
– ¿Tu quien eres?
– Pertenezco a este mundo. – El indio se para a pensar un momento – Podría decir que soy “tu conciencia”.

¡Un momento! ¿¿¿Mi conciencia es un jefe apache???

– ¿Mi conciencia es un jefe apache?
– No soy exactamente tu conciencia. Pero es la manera más fácil de que lo comprendas.

Por un momento pienso si esto es una broma de cámara oculta.

– ¿Y cómo vuelvo a la normalidad? Quiero decir, “a mi mundooo”
– Lo siento. No te puedo ayudar con eso.

Bueno, ahora no se que hacer. El tipo este no se mueve ni un ápice, y me da no-se-qué decirle que se quite para ponerme en el ordenador a mirar el facebook y twittear lo que me acaba de pasar. Pero si lleva razón el tío con todo el rollo este, supongo que es tontería que twittee nada. Me sigue mirando, sin moverse. Creo que me voy a ir. No se muy bien donde, pero me voy de aquí. Supongo que me voy a…¿casa? O no se, a almorzar? Bueno.

– Adiós. – le digo
– Adiós.

Salgo por la puerta. Y me pregunto, que se pondrá a hacer él ahora en mi despacho. Voy a entrar a pillarle a ver que está haciendo. No está, ha desaparecido.

Bueno, definitivamente si estoy en un mundo irreal, porque en el mundo que yo conozco la gente no aparece y desaparece por arte de magia, y ahora si que estoy solo otra vez. Y como hoy parece que no va a venir nadie a la oficina, me voy a la calle a pensar que hacer, aunque haga un poco fresco.

(continuará…)

1. Inventar palabras me gusta. Una mezcla entre caradetonto y atónito sería el significado de atontonado.

La visión (3ª parte)

Entro al portal, y doy la luz. No funciona. Estos edificios viejos rehabilitados en oficinas tienen la instalacion de la luz hecha una mierda, o eso o es que el dia que lo rehabilitaron el electricista de turno no lo hizo bien, porque esto falla cada dos por tres(1). El caso es que la luz no funciona, y el ascensor parece ser que tampoco, asique me toca subir las escaleras a oscuras. Lo bueno de estar subiendo estas escaleras, es que mas o menos me las sé de memoria, porque no siempre subo en ascensor y cuando subo andando, tampoco voy muy espabilado aún. Aún así, cuando no estoy despierto del todo, suelo tropezar en algún escalón, pero esta vez no.

La puerta de la oficina arriba está cerrada, y no se oye ningún ruido dentro. Debo haber llegado el primero. No hay oscuridad absoluta, pero la suficiente para que no pueda atinar con la llave en la cerradura con facilidad.

Entro, y veo que de la puerta de mi despacho sale luz ¿me dejé ayer la luz encendida? No creo, habrá sido la de la limpieza(2).

¡JODER!

Un sonoro suspiro de terror me invade, como cuando te despiertas violentamente de una pesadilla. ¡Hay un hombre sentado en mi silla! ¡Un viejo! ¡Me está mirando! ¿Qué mira? ¡No!. La pregunta es: ¿Quién es este tío y qué hace aquí? ¿Que coño pasa? El pulso se me ha acelerado a mil por hora y esto no baja. El tío sigue mirándome con una expresión tan seria que da miedo y yo a el, pero parece que el único que se ha llevado un susto de muerte soy yo. Él ni se inmuta. Me mira inmóvil. Tiene una larga melena lisa y gris. Es bastante moreno de piel, parece gitano o algo parecido. Me recuerda a un jefe indio de los que salen en las pelis que le gusta ver a mi abuela(3).

Mi ritmo cardíaco no baja, y me estoy empezando a quedar sin aire. Aunque trato de guardar las formas, se ve que estoy un poco asustado. De hecho lo estoy bastante, aunque se perfectamente que es un abuelete, pero el susto me le he llevado. Trataré de ser amable.

– ¿Qu…quién eres? – le digo.
– Hola. – ¿Hola? ¿se llama hola?
– ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has entrado? – le vuelvo a preguntar
– Mi nombre es irrelevante. La verdadera pregunta es qué haces TU aquí.

Tócate los cojones mariloli. Que qué hago aquí dice. Definitivamente, es indio, se le nota al hablar. Me sigue mirando con esa cara de mala ostia que tiene desde que he llegado.

– Trabajo aquí – un momento, ¿por qué le doy explicaciones a este tío?

(continuará…)

1. Seis(*)
2. Qué típico, echar la culpa a los demás…
3. Mi abuela es fan de Clint Eastwood. No te digo más.

*Fuera del bar.

La visión (2ª parte)

Me quedo observando la ventana del bar, y aunque he desayunado, los donuts de chocolate que hay detrás de la barra, con el resto de bollería para los desayunos, tienen una pinta bastante tentadora. «mmm…» pienso, pero también esque llego tarde al trabajo si me entretengo, pero esos donuts…  Bueno, pues para no perder tiempo, entro al bar, dispuesto a comprarme 1 donut, espero unos segundos y por ahi no aparece nadie.
– ¿hola? – le digo al aire. Evidentemente, el aire no contesta. Pero tampoco nadie mas, no hay respuesta.
– Buenos días! – Repito el saludo, sin repetir las mismas palabras, por si me había oído alguien la primera vez, para no parecer cansino. Pero nada. Allí no hay nadie. La puerta que hay detrás de la barra, donde supongo que habrá una cocina, un almacén o algo, está entreabierta y hay luz. Me acerco a ella y digo mas alto:
– HOLAA.
Nada. ¿Donde se ha metido el tío? ¿por que deja el bar así abierto si no hay nadie? Vuelvo a mirar el donut y ahí sigue, tan reluciente de ese color marrón oscuro tan, seguramente delicioso. Me tengo que ir a currar. No puedo esperar mucho tiempo. Que hago, ¿soy honrado y me voy sin el donut? ¿le chorimango(1)? ¿espero un poco mas por si aparece el tío? ¿me sirvo un cubata? No.

Decido entrar a la barra y mirar detrás de la puerta, a ver si está ahí. Entro y efectivamente, era una cocina. Enana, pero una cocina. Suficiente para hacer 4 pinchos y cortar jamón. Pero no hay nadie. No hay ni jamón, solo queda el hueso. Bueno pues salgo, y el donut ahí sigue. Le cojo, miro la caja registradora (joder, ya que estoy…¿no?) pero no se abrirla. Así que me salgo de la barra y me voy de ahí antes de que aparezca por sorpresa.

Mmmmmmmmmmm q rico el donut! bueno, esto si que es gracioso. Estoy en medio del centro neurálgico de la ciudad, donde todos los días están pasando coches continuamente y donde es imposible cruzar el paso de cebra en el que no hay semáforo, y hoy, no hay ni dios. Ni un solo coche.  Ni tampoco personas. Estoy solo, como Eduardo Noriega en Abre los ojos. ¿Será esto un sueño? No se, pero te diré lo que no es: un sueño erótico. Ni un sueño normal. Estoy bien despierto, y esto es muy raro.

Bueno, ya estoy llegando a la oficina…

(continuará…)

(1) Uno de los significados de la palabra chorimango es del verbo chorimangar, que quiere decir robar. El otro significado no es un verbo, es un sustantivo, y no hace falta que lo diga.

La visión (1ª parte)

Suena el despertador. Lo apago y me doy media vuelta. Vuelve a sonar nada más darme la vuelta, aunque en realidad hayan pasado 10 minutos mi sensación ha sido de que ha pasado un instante .Lo vuelvo a apagar y cuando vuelvo a coger la postura en la cama en la que tan a gusto se está, vuelve a sonar, asique me levanto de una vez.

Las erecciones matutinas es algo que nunca entenderé, creía que era algo inconsciente que uno hacía dormido para aguantarse las ganas de mear hasta por la mañana, pero leí hace tiempo en una revista que eso era un mito, y la explicación científica no la recuerdo bien, asique no la daré. El caso es que me estoy meando un montón, y esta escandalosa erección dificulta el poder mear correctamente, a no ser que quiera poner el baño perdido, o incluso mearme la cara; estas 2 opciones las descarto absolutamente, asique me voy a desayunar, y ya mearé luego.

Después de desayunarme el café y cigarro(1), ir al baño y asearme, me voy a trabajar como todas las mañanas. Me resulta extraño no haber oído al vecino salir de casa para irse a trabajar, ya que le oigo mientras desayuno todas las mañanas. Aunque teniendo en cuenta de que hoy he desayunado y luego he ido al baño, al revés que otras veces, no es tan extraño.

Salgo a la calle, y el sol, que acaba de salir, no calienta lo suficiente para librarme del frio que hace, que para ser principio de otoño, parece navidad, coño.

Hay mucha tranquilidad, creo que demasiada. Tanta que no hay ni dios por la calle. Ni coches yendo de un sitio para otro. Solo aparcados. No hay actividad ¿Que pasa? ¿Es domingo? Venga, hombre, ¿me he pegado un madrugón un domingo?¿Cómo puedo estar tan tonto? No, es jueves.¿Es jueves? Si, es jueves. Lo acabo de mirar en el móvil, además ayer no estuve de fiesta hasta las tantas en el senator, ayer estuve trabajando, lo recuerdo perferctamente. ¿Y que hora es? Las 9:00 a.m.(2) ¿No habrán cambiado la hora? No. La hora siempre se cambia de sábado a domingo, y hoy es jueves. Bueno, pues nada, a trabajar. Paso por la panadería y está abierta, “Bueno, por fin señales de vida” pienso, al fin y al cabo, es normal, no siempre va a haber gente por la calle. Sigo mi camino y el bar de más adelante también esta abierto, pero a través de la gran cristalera, no se ve a nadie, ni al camarero, ni a ningún cliente…

(continuará…)

1 Muñeco de barro
2 Lo de a.m. lo pongo porque queda más peliculero, en lugar de poner las 9 de la mañana.