Cintia vuelve a casa. Ha pasado la mañana y parte de la noche en casa de otro hombre. Otro error. Su vida está llena de errores. La búsqueda del hombre perfecto se está haciendo imposible. Cuanto más busca, menos encuentra. Lo que sí encuentra son placebos, hombres que sin ser el príncipe azul, la hacen sentir una sucia princesa. Eso le gusta. Hasta que el momento termina y ve que otro error ha pasado por sus labios. Infinidad de errores han pasado por esos labios, y cuantos más, más le gusta. El príncipe azul parece no existir, y cuantos más errores despacha, más real se hace la idea de que encontrar a ese hombre es irreal. Quizá no haya príncipe para esta princesa. Puede que ese hombre no alterne donde esos Gastones. Seguramente no busque en el lugar correspondiente, o simplemente ese príncipe no quiere que Cintia le encuentre, que más que una princesa, es una ramera de Gastones.
Me ha gustado mucho, caballero. Y, de hecho, creo conocer a más de una ‘Cintia’… Grande, si señor.