The Final View – Nujabes
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Estoy en la calle. Solo. No hay nadie. Los comercios aún no están abiertos. Son las 9 y media y abren a las 10, pero, ¿quién va a abrirles? No hay nadie en la calle, y Lobo veloz ya me ha dicho que no hay nadie, que estoy solo, ¿quién coño va a venir a abrir esa tienda de moda que hay en frente de mis narices? ¿quien va a abrir la vieja sombrerería que hay allí en la esquina? No se que se supone que tengo que hacer ahora. Supongo que pasear, y disfrutar de la tranquilidad de la ciudad vacía, hasta que se me ocurra algo…
“No te puedo ayudar con eso” Que cabrón, los indios siempre están igual, con sus mensajes ocultos y sus dilemas, y acertijos sin solución, bueno, no es que tenga yo mucha experiencia con indios, hablo desde el conocimiento que me ha dado el cine y la televisión acerca de ellos. Mucha gente sabe lo mismo que yo acerca de los indios por culpa de la tele. Por ejemplo el capítulo ese de Padre de familia donde Peter, para recuperar su coche en el casino de los indios, que tiene que ir en busca de una visión para demostrar que es indio… ¿Tendré que hacer yo algo así?
No lo se, estoy bastante perdido, y esta vez no puedo pedir ayuda a nadie. Esto no es real. Nada de lo que estoy viendo es real. Esta realidad la he creado yo. ¿que diferencias hay entre este mundo y el mundo real? Es exactamente igual, solo que sin gente. No puedo creer que no haya nadie. ¿Acaso en el mundo que he creado, en mi mundo, no existe nadie más? Está claro que en mi mente solo estoy yo, hasta el momento nadie ha conseguido entrar en ella, quizá sea este el porqué no hay nadie aquí.
Mira esa tienda de chucherías. Hay un montón de chucherías diferentes, en cantidades industriales, y no hay niños que las puedan comer, normalmente esa tienda estaría llena de madres comprando gominolas y caramelos para sus hijos, y pipas para ellas, y ahora no tienen ningún valor esas chuches. Anda, la puerta está abierta. Solo he tenido que empujarla para poder entrar, supongo que se la dejarían anoche abierta, o la abrirían antes de tiempo hoy por alguna razón…aunque realmente no importa mucho cual haya sido el motivo, es mas, creo que no pasa nada porque coja alguna gominola, ya que estoy aquí…¿quién se va a quejar? Sigo estando solo y parece que esto no cambia. También cogeré unos pistachos para el paseo.
Nunca había escuchado tan detenidamente el crujir de los pistachos al abrirlos y tirar la cáscara al suelo. La verdad es que es el único sonido que hay ahora mismo. Ese y mis pasos. Ni siquiera hay pájaros. No hay forma de vida a la vista.
Me estoy cansando de la soledad de mi mente y no llevo ni 1 hora deambulando. Debería haber abierto mi mente a la gente, compartir más mis pensamientos, dejar entrar a la gente en mi cabeza (en sentido metafórico evidentemente), creo que si lo hubiera hecho más antes, ahora habría alguien conocido con quien charlar, al menos, que no fuera un indio con cara de mala ostia. Pero no hay nadie, y se me han acabado los pistachos. Y he dejado bastante atrás la única tienda abierta.
¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARRGGHHHH!!!!!!!
Grito con todas mis fuerzas, porque puedo, no hay nadie. Esta libertad no la he disfrutado aquí nunca. Siempre hay gente, si no es durmiendo, es en la calle, y no es plan. Y me aburro. Voy a cerrar los ojos y voy a correr hacia adelante gritando con todas mis fuerzas. La calle es ancha y no hay peligro. No hay nadie, puedo hacerlo y nadie me verá ni me oirá. Y si me doy una ostia, pues tampoco nadie la verá, ni me podrán ayudar, pero me da igual, no tengo miedo, ya he pensado demasiado por hoy.
¡¡¡YAHAAAAAAAAAAAAAAAAHHAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!
– ¡Oye chaval! ¿Estás bien? – oigo una voz de un hombre pero no veo nada, creo que no he abierto los ojos, y si lo he hecho no veo nada.
– Parece que respira – otra voz diferente. Es una mujer.
– ¡Despierta! ¿Puedes oírme? – es la misma voz del principio. Quiero responderle pero no puedo hablar por alguna razón, y no le veo. Espera, empiezo a ver un poco borroso. ¡Si! Ya veo mejor, estoy tumbado unos metros más adelante de donde empecé a correr, supongo que me di una ostia, porque no lo recuerdo. Quien me habla es un hombre. Tiene el pelo como el indio, y aparenta la misma edad. Se parece, pero no es. Hay más gente alrededor mirándome con preocupación.
– Si, estoy bien.
– Chico, ¿que hacías corriendo con los ojos cerrados? Menudo golpe te has pegado contra esa pared.
Joder, ¿pero no estaba solo? ¿En que momento he vuelto al mundo real? ¿Y ahora que escusa les doy para no parecer un loco? Bueno da igual, supongo que lo estoy, y lo importante es que ya estoy aquí. Y espero que no vuelvan a pasar cosas raras.
– No lo sé…¿me ayudáis a levantarme?
Gracias a la ayuda del hombre me levanto.
– Bueno, no se que ha pasado – digo – pero me tengo que ir a trabajar. Gracias por su ayuda. Ya lo he entendido.
Me voy de allí. Hay gente por la calle, todo vuelve a ser normal. La gente me mira un poco raro, como si yo no le diera importancia al hecho de estampanarme contra la pared dando gritos. Para mí era algo normal, que podía hacer porque quería hacerlo y yo se que no estoy loco. Y si lo estoy, ¿quien no lo está?¿quien define lo que es la locura y lo que no?